lunes, 26 de abril de 2010

¿Y dónde estamos nosotros?


Muy a menudo nos quejamos de las cosas que no tenemos, un Ipod, una portátil, el último modelo de celular, de no poder mostrar a otros que podemos adquirir cualquier cosa. Sin embargo, esas cosas son banales, ¿es acaso imprescindible todo eso?

La situación de otros, quizás no sea fácil, pero tampoco tan reprimida como la de unos infantes y adolescente que no piden nada, sólo un techo y comida. No se dan cuenta en la situación en la que viven, ¿será la mejor, es lo básico, así se debe vivir?

La mayor parte de la población no se conforma con tener un televisor, sino que es necesario un plasma. Quienes viven en el albergue Aldea María Mónica, frente a la construcción de la nueva penitenciaria, quizás sólo creen que poder correr en ese sitio es lo mejor, sus sonrisas no dependen de un regalo sino de la felicidad que entre ellos se brindan.

Con un grupo de jóvenes fuimos a ver, y no nos quedamos ahí sino que pusimos manos a la obra. La habitación de las niñas parecía más una bodega, dónde las el tiempo había dejado su huella. Rastros de polvo, heces de ratones, murciélago disecado, colchones con polvo, paredes destruidas por el tiempo y la humedad.

Quienes están encargados del sitio no se presentaron, cuando llegamos, pero en cambio si una tía -llamada así- y se mostró preocupada, pero a la vez con las manos atadas, porqué no puede hacer nada y aún más con el cambio de administración que se realizaría en mayo. Aunque se dio algunas opciones, como recurrir al Ministerio de Inclusión Social, ella no podía hacer nada, ya que no es la directora ni la encargada legal del orfanato.

Aún así, eso no fue motivo para que un joven, con discapacidad, juntara su hombro para ayudar a barrer y a recoger la basura. "Yo si barro bonito, tía", "yo canto bonito", "bailo bonito", todo para él era "bonito" sin darse cuenta de la realidad de su entorno.

Al comienzo de la tarde nos dirigimos al salón principal para realizar algunos juegos con los niños y adolescentes del orfanato. Ese pequeño tiempo que se les dio, fue lo mejor, más que arreglarle su habitación. Las sonrisas lo tomaban como regalo, obsequio de lo que no querían desprenderse.

Al retirarnos del lugar, nos quedamos con la pregunta ¿y dónde estamos nosotros? Qué hacemos en nuestro tiempo libre que no podemos ayudar a otros que requieren de nuestras manos. Las miradas de los pequeños seguían el auto, y las últimas palabras de ellos, aún retumban en la cabeza, "tía, tío... ¿Si vienen?"

2 comentarios:

Ely dijo...

Me parece muy bien que hables acerca de estas cosas, me alegra mucho que hayan podido ayudar en algo a esos niños, yo tambien hubiera querido hacerlo. A veces las personas solemos ser egoistas, solo nos miramos a nosotros mismos, lo q queremos o lo q nos hace falta como dices tu, pero no vemos el otro lado de la moneda, no vemos a nuestro al rededor, y es necesario que alguien como tu nos haga voltear el rostro para darnos cuenta de la realidad, o de lo q simplemente ignorabamos por estar muy pendientes de nuestro look. Es hora de que alguien nos diga: "Oye tu! reacciona!"...
Hay muchas cosas q pasan a nuestro alrededor, mucha gente q necesita de ayuda, y a nosotros simplemente no nos importa... Gracias por hacermelo caer en cuenta....

pedro dijo...

lamentablemente, estamos en un mundo de apariencias y la importancia de lo material. tienes toda la razon amiga.Es importante ayudar a la gente necesitada, como lo hicieron ustedes.
Pero lo mejor que ustedes dieron fue una esperanza de vida a esas criaturas, predicandoles el evangelio.
Bonito tema para reflexionar sobre lo que estamos haciendo para agradar a DIOS y para dar ejemplo al projimo.

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