Y es que cuando crees que ya es hora, que ya es el tiempo, te das cuenta que no es así. Hay que seguir aguardando. Ahora, pensar en el tiempo que se esperó para abrir la envoltura no sirvió de nada,nos comienza a envolver.
Lo que cubría era la nada. Las ilusiones de creer que era tu turno, se desvanecen más rápido de lo que pasa un segundo. El día se vuelve noche. La noche parece eterna, como si envolviera el tiempo. Cayendo en el juego de la esperanza, que la próxima envoltura guardará lo que se desea.