viernes, 31 de diciembre de 2010

Ser o no ser




La vida es un dilema. Desde el inicio de la vida, el hombre se cuestiona todo hasta la razón por la que estamos vivos y porqué en este entorno.
Y es que cada vez que queremos comenzar algo o simplemente creemos que hacer eso estaría bien. En ese momento, justo ahí, llega lo que menos pensamos: las ideas, comentarios, dudas y millones de argumentos de quienes nos rodean.
Bueno fuera que las palabras tuvieran un filtro, uno que no permita bloquearnos. Pero no, no existe eso. O tal vez si.
En un año sucede de todo. Cosas que uno nunca piensa que ocurrirán, pasan. Sin darnos cuenta nos encontramos en un mundo lleno de tramas.
A cada rato descubrimos otro mundo, por eso como si fuera algo de vida o muerte, siempre, las decisiones que debemos tomar, desde lo más superficial hasta lo más complejo, nuestras dudas las compartimos con quienes sabemos y confiamos o sencillamente creemos que dirán lo que queremos que digan o lo contrario. ¿Para qué? Para no cargar con toda la culpa si nos equivocamos.
Aunque si no hiciéramos lo que deseamos, por no errar, perderíamos un sin fin de hechos que para bien o mal nos fortalecen. Y así, al final no registraríamos nada en nuestro banco de memoria.
Escuchar no está mal. Equivocarnos tampoco. Creo que si hubiera escuchado tantas voces este año, no tendría tantos recuerdos. Y si hubiera dejado de hacerlo, también.
Ser o no ser depende más de nosotros que de los demás. Escuchar o no, depende de lo que te llene como persona. Abrirnos con los sentimientos es como abrir una caja de sorpresas. Sabremos si nos gustará o no el contenido al momento de abrirlo. Pero todo el proceso, la incógnita, esa inquietud es lo que nos hace ser en este mundo.